Comidas en el tiempo de Jesús Las comidas eran ceremonias en esa época. Fuente: Jesús como historia
El invitar a comer a alguien era un acto importante que al comensal lo situaba a una escala social similar. Claro que cuando no se quería dar esta impresión siempre se podía colocar al invitado lejos de la mesa central.
Dado este nivel de importancia para las comidas, especialmente la cena, era muy importante saber cómo comer apropiadamente. En aquella época se comía en sofás, con las personas recostadas sobre ellos generalmente compartiéndolos. Recién acostados a los invitados se les lavaba los pies.
Claro que no todas las cenas eran así, las sencillas o informales podían comerse sentados sobre el sofá, y en las más modestas de todo se solía comer parado, sentado o de cuchillas.
En los sofás uno se reclinaba sobre el codo izquierdo y comía con la mano derecha, el huésped debía saber cómo hacerlo sin mancharse la ropa con la salsa, ni aplastar la ropa de un compañero de sofá con los pies. Del anfitrión se esperaba que pusiera sirvientes para encargarse de levantar la mesa, barrer el piso, acercar agua a los invitados para lavarse las manos y que sirvieran el vino. Esto podía ser un poco complicado con invitados judíos que rehusaban el vino por cuestiones religiosas al considerarlo que solo estaba dedicado a su dios.
A diferencia de hoy en día, la cena estaba divida en 2 partes, la comida, llamada depno y algo parecido a una sobre mesa, donde se bebía y había entretenimientos como danzas, música, dramas y juegos tradicionales que era conocido con el nombre de symposium. Comunidad de mesa Como se menciono anteriormente, el comer era un evento muy importante en la época de Jesús. Pero muchas veces esto generaba inconvenientes entre los judíos y los que no lo eran.
No solo era una época donde relacionarse con gente ajena a la religión era visto de mala manera, sino que juntarse comer con dicha gente era realmente complicado por motivos religiosos, ya que comer con ellos era justamente eso, un problema religioso.
Los llamados gentiles, tenían tendencias a comidas prohibidas en la Biblia, como el cerdo y el vino; entonces invitarlos a comer suponía no complacer a los invitados o hacerlo pero ofender uno a su religión; en caso de ser invitador por un gentil a comer, el judío, no tenia realmente muchas alternativas, podía llevar su propia comida y vino, comer únicamente vegetales y beber agua o ir, pero no comer.
Estas opciones si bien se daban, dejaban al judío en una posición precaria, en estos años la ofrenda de comida era muy respetada ya que de ser aceptada era indicadora de integración y camarería, en caso contrario indicaba enojo y hostilidad.
¿Qué solía comer Jesús? Fuente: Aleteia
Los evangelios están llenos de banquetes, y podemos tener una idea bastante realista de lo que se ofrecía en ellos
Desde la boda de Caná hasta la pesca milagrosa, la comida y la bebida están por todas partes en los Evangelios. Algunos estudiosos dicen incluso que “Jesús se comió su camino a través de los Evangelios”.
Es cierto que muchos de los momentos más importantes del Evangelio están marcados por las comidas. Por ejemplo, la boda de Caná que, en el Evangelio de Juan, es la ocasión para el comienzo del ministerio de Jesús. Más tarde, Jesús recibe críticas de los fariseos por comer con recaudadores de impuestos y pecadores, y tuvo que defender a sus discípulos por recoger espigas en sabbat.
Su ministerio culmina incluso con una comida, la Última Cena, que nosotros, como católicos, representamos en la Eucaristía. En Juan 6, Jesús dijo a Sus seguidores que debían comer Su carne y beber Su sangre para ser salvados. Incluso en la cruz, Jesús ingiere una bebida a base de vinagre.
Las comidas continúan jugando un papel en los encuentros que los discípulos tienen con Jesús después de Su Resurrección, valga el ejemplo de la fracción del pan en el camino a Emaús y la pesca milagrosa de peces en el mar de Galilea.
Pero, ¿qué comían y bebían exactamente Jesús y sus discípulos? ¿Cómo habría sido una comida típica para ellos?
En el siglo I, la dieta típica de una persona judía de Oriente Medio se habría basado en gran medida en el pan, según los autores de “The Food and Feasts of Jesus: Inside the World of First Century Fare” [La comida y las celebraciones de Jesús: dentro del mundo de los alimentos del siglo I]. “Para ricos y pobres por igual, el pan era el corazón de la dieta mediterránea del siglo I. Se hacía todos los días. Se comía en todas las comidas (…). El pan era lo que la gente comía para vivir (…). Cuando el pan se acababa, todo se había acabado”, escriben los autores. Esto, sin duda, le da un significado más profundo a “danos nuestro pan de cada día”.
Otro alimento básico eran las legumbres, como los garbanzos, las habas y las lentejas, según “Food and Feasts of Jesus”. Las frutas habrían incluido uvas, granadas e higos. La principal fuente de carne eran las ovejas y las cabras, y el vino se servía como bebida común, según el escritor católico James Campbell.
Y no fue solo la Última Cena o las comidas después de la Resurrección las que tuvieron un significado especial, según señala Campbell. “Las comidas eran un momento sagrado cuando la presencia de Dios era esperada y bienvenida en cada comida. La gente reconocía que, aunque se habían ganado el pan de cada día, Dios era quien les daba todo lo que tenían. La hermandad en una comida siempre era hermandad ante Dios”, afirma Campbell.
Lo que comieron Jesucristo y sus discípulos en la Última Cena Los alimentos que estuvieron sobre la mesa en la que se instituyó la Eucaristía formaban parte de la tradición judía Fuente ABC Sociedad
En la Última Cena de Jesús con sus discípulos pan y vino se transustanciaron en cuerpo y sangre de Cristo, instituyéndose así la Eucaristía, sacramento fundamental de la Iglesia Católica. Pero sobre aquella mesa hubo aquel jueves más alimentos, todos parte de la tradición hebrea.
La reunión, que supuso el comienzo de la Pasión y Muerte de Cristo, se celebró, según los Evangelios sinópticos -los de Mateo, Marcos y Lucas-, al atardecer del «primer día de los ácimos», esto es, el primero de la semana en que debía comerse pan hecho sin levadura en la masa o ácimo. En el Pésaj o Pascua judía, que es la fiesta más importante de la tradición hebrea, este pueblo recuerda su salida y liberación de Egipto, y el pan que se emplea en ella es ácimo porque en la huida los israelitas no tuvieron tiempo de hacerlo con levadura.
«Delante de Jesús había una fuente con hierba y otra con una salsa parduzca» De hecho, la hostia que emplea la Iglesia Católica en la celebración de la Eucaristía es pan ácimo de harina de trigo, y tiene origen en la «matzá» que emplean los judíos en la celebración del Pésaj.
Junto con el pan, en aquella mesa hubo vino, «producto de la vid», en palabras de Cristo (Mateo 26:29), que pasó a ser su propia sangre, «la de la Alianza, que va a ser derramada por todos, para perdón de los pecados» (Mateo 26:28). Sin lugar a dudas, la del vino era una imagen de mucha importancia entonces: «Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento mío que no da fruto lo corta; y todo el que da fruto lo poda, para que dé más todavía», dijo Jesucristo a sus discípulos (Juan 15:1 y 2).
Otro de los alimentos presentes fue el cordero pascual. De hecho, la Cena de Pascua de ese «primer día de los ácimos» consistía en comer este animal recién sacrificado de acuerdo con los ritos propios de esta festividad judía. No se debe olvidar que, tal y como refleja la Santa Biblia, en la Palestina de entonces el pastoreo y consumo de cordero estaba muy extendido. Además, este animal se ha convertido en uno de los símbolos más populares del cristianismo. Después de la Cena, Jesucristo, «Cordero de Dios», iba a ser igualmente inmolado para salvación de la humanidad entera.
Con todo, uno de los testimonios que acerca de los alimentos presentes en la Última Cena aporta más detalles es el de Catalina de Emmerich, monja agustina que a comienzos del siglo XIX experimentó una serie de visiones sobre la Pasión y Muerte de Jesús. La editorial Voz de Papel recoge en «La amarga Pasión de Cristo», la descripción que de estas visiones realizó en 1823 el poeta alemán Clemente Brentano.
«En medio de la mesa estaba la fuente con el cordero pascual. […] El borde de la fuente tenía ajos todo alrededor. A su lado había un plato con el asado de Pascua y al lado un plato de hierbas verdes, apretadas, puestas de pie como si estuvieran plantadas, y otro con manojitos de hierbas amargas que parecían hierbas aromáticas; luego, delante de Jesús, había una fuente con hierba verdeamarillenta, y otra con una salsa parduzca. Los comensales usaban como platos unos panecillos redondos, y utilizaban cuchillos de hueso», confesó la religiosa al poeta. Emmerich, beatificada por Juan Pablo II en 2004, también afirmó haber visto a Jesús mojando en la salsa un trozo de pan envuelto en lechuga.
Sobre la mesa en la que se celebró la Última Cena también pudo haber sal, un importante conservante de alimentos en aquellos tiempos. Una creencia popular dice que el traidor Judas Iscariote derramó sal durante la Cena, y aunque tan sólo se trata de eso, de una creencia popular, lo cierto es que algunas importantes obras de arte, como el conocido cuadro de Leonardo da Vinci, la recogen. En cualquier caso, este producto es también uno de los símbolos de la fe cristiana: en el Sermón de la Montaña Cristo dijo a sus discípulos que eran «la sal de la tierra» (Mateo 5:13).