En los últimos 17 años han sido asesinados cerca de 447 misioneros en todo el mundo, informó la Agencia Fides
En el Sínodo dedicado a los jóvenes tiene una especial importancia el testimonio inspirador de los jóvenes que murieron siendo misioneros. El papa Francisco recordó hoy en la misa de Santa Marta que ayer en el aula del Sínodo, un obispo de uno de esos Países donde hay persecución ha contado de un joven católico capturado por un grupo de chicos que odiaban la Iglesia, fundamentalistas; fue golpeado y luego arrojado a una cisterna y botaban dentro barro y al final, cuando el barro llegó a su cuello: “Dinos por última vez: ¿renuncias a Jesucristo?”
– “¡No!”.
Tiraron una piedra y lo mataron. Y esto no es de los primeros siglos: ¡esto es hace dos meses!”
Francisco recordó que los cristianos en nuestros días sufren persecución física y entre otros testimonios, están los casos del seminarista mexicano, Samuel Gustavo Gómez, 21 años, que brindaba su servicio misionero durante la Semana Santa ayudando a los párrocos en las comunidades más lejanas o también el sacerdote mexicano Habacuc Hernández Benítez, de 39 años, y los seminaristas Eduardo Oregón Benítez, de 19 años y Silvestre González Cambrón, de 21 años, ambos de Ajuchitlán (Guerrero), quienes fueron asesinados cuando se dirigían a una reunión de pastoral vocacional, entre otros.
A continuación, les presentamos algunas huellas de estos jóvenes que “dejaron el sofá”, parafraseando al Papa, para ponerse al servicio de esa Iglesia “hospital de campaña” y ser portadores de esperanza y luz en medio de las sombras de la indiferencia y la exclusión.
“Si algo debe inquietarnos santamente y preocupar nuestra conciencia, es que tantos hermanos nuestros vivan sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo, sin una comunidad de fe que los contenga, sin un horizonte de sentido y de vida” (Evangelii gaudium 49).
Samuel Gustavo Gómez Veleta, seminarista, de 21 años, asesinado el 14 de abril de 2014 en México El seminarista mexicano Samuel Gustavo Gómez Veleta, de 21 años, alumno del Seminario Arzobispal de Chihuahua (México), se encontraba en el municipio de Aldama, en la comunidad de San Ignacio, para brindar su servicio misionero, como lo hacen todos los seminaristas durante la Semana Santa, ayudando a los párrocos con las celebraciones de esos días. Muchos de ellos se quedan a dormir en las comunidades más lejanas.
El domingo por la mañana, Domingo de Ramos, Samuel no se presentó a desayunar en la casa de una familia con la que había quedado, por eso el párroco presentó una denuncia de desaparición y ese mismo domingo comenzó la investigación. El lunes por la mañana los policías encontraron su cadáver.
El motivo del asesinato fue el robo de su automóvil, que luego fue recuperado por la policía, quien también arrestó a los tres perpetradores del crimen y fueron condenados a 30 años de cárcel, según la prensa local.
“Samy tenía un carácter fuerte, pero su corazón era extremadamente generoso, no había nada que se le pidiese que no estuviera dispuesto a hacer, siempre buscando a quién ayudar, a luchar por lo que creía correcto – escribió uno de sus compañeros del seminario, Fernando Portillo, en el aniversario de su muerte -.
Su amor por la familia siempre fue ejemplar. En nuestros corazones todavía sentimos un gran vacío, que nadie podrá llenar, pero hoy puedo decir que Samuel no se ha ido por completo, sigue estando con nosotros cada vez que lo recordamos”.
El sacerdote mexicano Habacuc Hernández Benítez, de 39 años, y los seminaristas Eduardo Oregón Benítez, de 19 años y Silvestre González Cambrón, de 21 años, ambos de Ajuchitlán (Guerrero), fueron asesinados cuando se dirigían a una reunión de pastoral vocacional, la tarde del sábado 13 de junio de 2009, en el municipio de Arcelia, en Tierra Caliente, (Guerrero). El sacerdote era Coordinador de pastoral vocacional en la diócesis de Ciudad Altamirano (México).
Según la reconstrucción de la policía, el sacerdote y los seminaristas fueron ejecutados a balazos por varios sujetos, cuando viajaban en una camioneta, alrededor de las siete de la tarde del 13 de junio. Recorrían un de las calles céntricas de Arcelia, cuando otro vehículo los alcanzó y les obligó a bajar de la camioneta disparándoles varios balazos, informó FIDES
Francisco recordó que los cristianos en nuestros días sufren persecución física y entre otros testimonios, están los casos del seminarista mexicano, Samuel Gustavo Gómez, 21 años, que brindaba su servicio misionero durante la Semana Santa ayudando a los párrocos en las comunidades más lejanas o también el sacerdote mexicano Habacuc Hernández Benítez, de 39 años, y los seminaristas Eduardo Oregón Benítez, de 19 años y Silvestre González Cambrón, de 21 años, ambos de Ajuchitlán (Guerrero), quienes fueron asesinados cuando se dirigían a una reunión de pastoral vocacional, entre otros.
A continuación, les presentamos algunas huellas de estos jóvenes que “dejaron el sofá”, parafraseando al Papa, para ponerse al servicio de esa Iglesia “hospital de campaña” y ser portadores de esperanza y luz en medio de las sombras de la indiferencia y la exclusión.
“Si algo debe inquietarnos santamente y preocupar nuestra conciencia, es que tantos hermanos nuestros vivan sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo, sin una comunidad de fe que los contenga, sin un horizonte de sentido y de vida” (Evangelii gaudium 49).
Samuel Gustavo Gómez Veleta, seminarista, de 21 años, asesinado el 14 de abril de 2014 en México El seminarista mexicano Samuel Gustavo Gómez Veleta, de 21 años, alumno del Seminario Arzobispal de Chihuahua (México), se encontraba en el municipio de Aldama, en la comunidad de San Ignacio, para brindar su servicio misionero, como lo hacen todos los seminaristas durante la Semana Santa, ayudando a los párrocos con las celebraciones de esos días. Muchos de ellos se quedan a dormir en las comunidades más lejanas.
El domingo por la mañana, Domingo de Ramos, Samuel no se presentó a desayunar en la casa de una familia con la que había quedado, por eso el párroco presentó una denuncia de desaparición y ese mismo domingo comenzó la investigación. El lunes por la mañana los policías encontraron su cadáver.
El motivo del asesinato fue el robo de su automóvil, que luego fue recuperado por la policía, quien también arrestó a los tres perpetradores del crimen y fueron condenados a 30 años de cárcel, según la prensa local.
“Samy tenía un carácter fuerte, pero su corazón era extremadamente generoso, no había nada que se le pidiese que no estuviera dispuesto a hacer, siempre buscando a quién ayudar, a luchar por lo que creía correcto – escribió uno de sus compañeros del seminario, Fernando Portillo, en el aniversario de su muerte -.
Su amor por la familia siempre fue ejemplar. En nuestros corazones todavía sentimos un gran vacío, que nadie podrá llenar, pero hoy puedo decir que Samuel no se ha ido por completo, sigue estando con nosotros cada vez que lo recordamos”.
El sacerdote mexicano Habacuc Hernández Benítez, de 39 años, y los seminaristas Eduardo Oregón Benítez, de 19 años y Silvestre González Cambrón, de 21 años, ambos de Ajuchitlán (Guerrero), fueron asesinados cuando se dirigían a una reunión de pastoral vocacional, la tarde del sábado 13 de junio de 2009, en el municipio de Arcelia, en Tierra Caliente, (Guerrero). El sacerdote era Coordinador de pastoral vocacional en la diócesis de Ciudad Altamirano (México).
Según la reconstrucción de la policía, el sacerdote y los seminaristas fueron ejecutados a balazos por varios sujetos, cuando viajaban en una camioneta, alrededor de las siete de la tarde del 13 de junio. Recorrían un de las calles céntricas de Arcelia, cuando otro vehículo los alcanzó y les obligó a bajar de la camioneta disparándoles varios balazos, informó FIDES
María Elizabeth Macías Castro, de 39 años, conocida como Marisol, del Movimiento Laico Escalabriniano (MLS) de Nuevo Laredo (México), trabajaba en un periódico de Tamaulipas (México).
Fue secuestrada el 22 de septiembre de 2011 por un grupo de traficantes de drogas de esta región fronteriza.
Después de dos días de investigación y silencio dramático, su cuerpo sin vida apareció en una calle de la ciudad de Nuevo Laredo, horrendamente mutilado. Marisol era miembro del comité central del Movimiento Laico Escalabriniano y trabajaba en la Casa del Inmigrante en Nuevo Laredo. Según quienes la conocían era “una mujer de gran fe y compromiso con la justicia”.
Esta es la “santa inquietud” que sintieron los muchos jóvenes que “salieron” para ir al encuentro de los demás, especialmente de los más despreciados, abandonados, olvidados, sin pensar en que estaban sacrificando una vida cómoda y en algunos casos rica, felices de dar la vida “para ofrecer a todos la vida de Jesucristo”.
La Agencia Fides en su informe describe a estos jóvenes como inconformes, pues no permitieron que les robaran ese “entusiasmo misionero” que “les había empujado a salir en el nombre del Señor y que los jóvenes de hoy están llamados a recoger, como herencia preciosa de la sangre derramada por sus coetáneos, que continúa dando vida a la Iglesia de Cristo en el tercer milenio”.
El Señor, en efecto, “designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir. Y les dijo: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos […] ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos”, (Lucas 10, 1-9).
¿En medio a los lobos? Efectivamente, las cifras publicadas son alarmantes: En los últimos 17 años han sido asesinados cerca de 447 misioneros en todo el mundo: 5 obispos, 313 sacerdotes, 61 religiosos,16 seminaristas, 42 laicos, 4 voluntarios, 3 diáconos, 3 consagrados
Jóvenes con una gran preparación
En el informe de la Agencia FIDES hay muchas más historias, les proponemos estas como símbolo de arrojo, entrega y la aceptación de los riesgos con un sano discernimiento. Cabe señalar que sus historias cuentan de personas similares a muchos de sus coetáneos.
En el editorial de FIDES que analiza los perfiles de los jóvenes misioneros asesinados sale a relucir que se trata de chicas y chicos para nada ingenuos, “preparados espiritualmente y culturalmente para afrontar contextos muy diferentes a los suyos, que habían sabido analizar objetivamente los riesgos de los lugares donde algunos pensaban pasar solo un periodo de tiempo, otros la vida entera"