Cuando nuestra juventud muere

Por Laura Aguilar Ramírez



En México se está viviendo un conflicto estudiantil que ha tomado fuerza poco a poco.

Se inició en el CCH Azcapotzalco pidiendo profesorado capacitado y que realmente dé clases, porque sucede que están en nómina pero no presentes, es decir, son profesores "aviadores" o inexistentes.
Se dió un ataque porril en su contra, en donde una chica de 18 años fué secuestrada. Su cuerpo fué encontrado posteriormente quemado.

Esto suscitó que se empezaran a unir los distintos planteles de CCH, prepas, normales y facultades universitarias en paros programados para exigir seguridad en sus planteles, para exigir profesores capacitados, para exigir que la corrupción termine en sus instituciones.

Ha corrido sangre estudiantil. Recordemos Ayotzinapa en 2014 en donde  estudiantes fueron asesinados, heridos y desaparecidos, acallados. Recordemos 1968 y el enfrentamiento contra los halcones.

Esto para mí, son signos de los tiempos que estamos viviendo, signos de una sociedad carente de valores.

Ver jovencitos arreglar sus diferencias con un arma en la mano, me encoge el corazón.
Este conflicto me llega más cercanamente porque tengo familiares que estudian en la UNAM, que están en prepa o CCH.

El conclicto del 68 lo viví siendo niña y ni cuenta me dí. Sólo al pasar los años, pude saber lo sucedido. Los conflictos subsiguientes también los he vivido lejanamente, pero cuando alguien de tu familia está tan cerca de la problemática, la cosa cambia.

Y cambia porque está involucrado el corazón. Cambia, porque es verlo desde dentro y no sólo como expectador.

Me lleva a preguntarme: ¿qué sucede con nuestra juventud, que es el futuro de nuestro país? ¿qué está aconteciendo y porqué?

No quiero tratar la cuestión política, porque debe existir una serie de intereses detrás de todo ésto.

Quiero tratar el asunto desde el punto de vista del corazón. Del corazón de miles de madres que sufren, que viven con temor todo  éste tipo de movimientos sociales, que ven con temor  a sus hijos salir a la escuela, a la que entraron en busca de adquirir conocimientos que les den una oportunidad en éste mundo. Y que de pronto, los ven involucrados en todo éste torbellino de violencia.

Lo que sucede en la UNAM, las prepas y CCHs necesariamente interesa a todos. Pero vayamos a la raíz del problema.

¿Porqué unos jovencitos aceptan integrarse a grupos armados? ¿Porqué aceptan agredir a otros por dinero? ¿Porqué se ponen en contra de otros jóvenes como ellos?

Creo sinceramente que es por falta de valores, por falta de amor en sus familias. Porque han encontrado una manera de comunicar al mundo sus frustraciones por medio de la violencia. Posiblemente, muchos de ellos, hayan sido niños maltratados o mal guiados en sus familias. Son un reflejo de los conflictos en sus familias y son fácilmente enganchados por personas que los usan para sus intereses.
Lo mismo sucede con los narcotraficantes. Estos jovencitos son carne de cañón para intereses políticos, económicos.

El miedo, el desamor que han vivido en sus familias los llevan a terminar agrediendo a una sociedad que ha permitido los agredan aquellos que más debieron cuidarlos.

Son jóvenes destinados a morir en cárceles, a morir acuchillados, embrutecidos por el alcohol y las drogas. Jóvenes que se perderán en éste mundo la oportunidad de ser felices. Jóvenes que no han encontrado a Cristo Jesús, que lo desconocen aún.

Son como digo, consecuencia de la desintegración familiar que estamos viviendo. De hogares destruidos por el alcohol, las drogas. Provienen de hogares donde la falta de respeto y la violencia entre sus padres son el pan de cada día. Provienen de parejas divorciadas o de padres que trabajan y sólo les aportan dinero, pero no cuidados y comprensión.

Lo que sucede en nuestra máxima casa de estudios es como un conflicto en casa:
Uno de los hijos pequeños (en éste caso un CCH) sufre. Los hermanos se unen para apoyarlo y se dirigen a los padres para encontrar de ellos una solución. ¿Y qué sucede? Se encuentran con la mamá y el papá peleando entre ellos y no les hacen caso. Esto provoca que cada uno de ellos trate de opinar lo que hay que hacer y genera tensión al no ponerse de acuerdo.

Mientras los profesores sigan manejando a los estudiantes para sus propios intereses, seguirán provocándose muertes entre ellos.

En el fondo de todo éste conflicto está el desacuerdo entre el profesorado y la Rectoría. Al no llegar a un acuerdo, empiezan a mover a los estudiantes para que los apoyen en sus peticiones de aumento de sueldo. Esto es fácil de ver en un video en el cual un dirigente llamado Mario Benitez el gato, llama a los chamacos a ir más allá de pedir justicia, para pedir que haya profesores capacitados, sino para que haya incremento de salarios.
Los estudiantes piden seguridad en sus planteles, becas. Pero en ése video se ve cláramente cómo el profesor los encamina hacia sus propios intereses. Los estudiantes sólo piden mejores cafeterías, por ejemplo, pero los profesores los llevan y usan para sus intereses.

Y los padres de familia? Nadamás mirando? O ni siquiera se han enterado de lo que viven sus hijos, enfrascados en su trabajo, enfrascados en sus peleas internas?

No dejemos en manos de otros a nuestros hijos. Los profesores los están utilizando.
Si no son capaces de ponerse de acuerdo con Rectoría, entonces valientes profesores son.

Evitemos que nuestros hijos sigan siendo usados. Amémoslos, brindémosles nuestro apoyo para que no sean presa fácil de pescadores que los usen como carnada.

Por supuesto que los profesores tienen derecho a mejores salarios y prestaciones como todos los empleados del país, pero tienen la facilidad de mover a la masa estudiantil.
El que mueran estudiantes por intereses económicos, no me parece justo. Y los padres de familia deberíamos estar más interesados en ello.

Digo todo ésto, porque he visto que los que más se involucran en éste tipo de conflictos, son aquellos que tienen problemas familiares, que viven en su propia casa violencia de algún tipo o discriminación de algún tipo.

No permitamos que nuestros hijos sean manejados, manipulados, usados por personas que buscan sólo su interés personal.
¿Cuántos estudiantes más van a caer para que los maestros obtengan más beneficios? Los maestros ganan bien, tienen vacaciones, balnearios, etc. etc. mientras todos los demás trabajadores vivimos modestamente.

Basta de muertes estudiantiles!!! Defendamos a nuestros hijos con nuestro amor, protección y guía para que no sean presa fácil.